Terrera común (Calandrella brachydactila)

Similares en tamaño a las totovías, algo menores que alondras y cogujadas, comparte hábitat con todas ellas, con preferencia por terrenos más pobres, con vegetación herbácea más escasa (incluyendo los barbechos en las zonas agrícolas), muy pastoreados, llanos o algo ondulados.
Las terreras pertenecen a un grupo de aláudidos algo más granívoros, los cuales tienden a presentar las patas algo más cortas que los más insectívoros, más adaptados estos últimos a la carrera. Aun así, consumen muchos insectos y alimentan a los pollos con una gran variedad de pequeños invertebrados.

Aunque todos los aláudidos, son monógamos y territoriales, algunas especies, especialmente las más granívoras, pueden formar colonias laxas, al reunirse para criar en ciertas áreas bien definidas, y esto es lo que parecía observarse en el caso de las terreras en Braojos, las cuales se concentraban en una zona muy concreta del tercio, tal vez el único lugar que, en los último años, reuniera las condiciones de hábitat adecuado para la especie.

La formación de colonias lleva asociado la posibilidad de que las paternidades fuera de la pareja sean habituales, tal y como se ha comprobado en esta especie, e igual que ocurre en otras como pueden ser las golondrinas y aviones comunes, y no evitaba ver a las terreras envueltas en fuertes disputas vecinales, llegando, a veces, a engancharse violentamente tras pavoneos en los cuales se exhibían con la cola casi vertical, erizando las plumas de la pequeña cresta y agitando las alas de forma irregular. Persecuciones y vuelos de canto simultáneos eran frecuentes en su zona de cría. Las primeras también forman parte del cortejo, en el cual el macho, como pude ver en una ocasión, se exhibe repetidamente frente a la hembra con las alas ligeramente caídas, la cola algo levantada, la cresta visible y agitándose arriba y abajo, al final esta optó por darle un pico y así permanecieron un instante, como cogidas por los picos, luego se perseguían. Al parecer, las cópulas se producen normalmente al terminar dichos vuelos de persecución.

En el último Atlas de las aves en España, se constata que se ha reducido un 10% su área de distribución y viene reflejada no sólo su desaparición en Braojos sino también en la otra cuadrícula vecina en la que estaba presente anteriormente (cuadrícula de Montejo de la Sierra). Sin embargo, en el seguimiento de la especie, durante los últimos 20 años se ha observado un aumento de su población, con un incremento de casi el 50% del 2013 al 2018. Por ese motivo, se ha excluido del último Libro Rojo, al pasar de estar considerada “Vulnerable” en el catálogo previo a la categoría de “Preocupación Menor”.

En Braojos, a su reducida área de presencia local se sumaba un tamaño de población seguramente pequeño, aparentemente menos de unas pocas decenas de aves al inicio de la temporada, en abril, cuando llegaban desde las zonas del Sahel en las que pasan el invierno, lo cual está acorde con lo que leo en la bibliografía consultada: sus pequeñas colonias estarían formadas por 10-20 parejas y la separación entre grupos es de más de 10 km. Su territorio de cría se ubicaba en el corazón de una superficie de terreno que ha sido designada como Hábitat de Interés Comunitario prioritario (HIC 6220* Pastizales xerofíticos mediterráneos de vivaces y anuales, que incluye, entre otros, herbazales sobre suelos poco desarrollados o que fueron objeto de algún tipo de perturbación).

La pérdida, la paulatina reducción de las poblaciones de estos llamativos pájaros cantores, terreras, alondras, cogujadas, puede ser la causante de esa sensación de pérdida, de ese lamento de que ahora hay menos pájaros que antes, por parte de los hombres y mujeres de campo de estas tierras.


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